Aceptar nuestra fragilidad, aceptar cuando no se puede más, dejar de pisotear mis limites por que si en espíritu soy ilimitada, no lo son mi cuerpo y mis emociones.
Respetar mis limites es respetarme a mi y dejar de estar bajo las exigencias del ego que me dicen:
que no soy suficiente, que no doy suficiente, que no hago suficiente.